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El drama de Berna: Inglaterra avanza tras una tanda de penaltis histórica por sus errores
El balón tembló más que nunca en Berna. Inglaterra eliminó a Suecia en los cuartos de final de la Eurocopa femenina 2025, pero lo hizo en medio de una de las tandas de penaltis más surrealistas que se recuerdan. El pase a semifinales se decidió tras una infartante serie desde los once metros en la que se ejecutaron 14 disparos... y se fallaron nueve. Sí, nueve. Nadie en el estadio podía creer lo que estaba viendo.
Todo comenzó con un partido que parecía tener color sueco. A los 24 minutos, las escandinavas ya ganaban 2-0 gracias a los tantos de Asllani y Blackstenius. Pero las inglesas, lideradas por Sarina Wiegman desde el banquillo y por una brillante Chloe Kelly en el campo, cambiaron el guion en el tramo final. En solo dos minutos, Lucy Bronze (78') y Michelle Agyemang (80') igualaron el marcador y mandaron el duelo al alargue.
El tiempo extra no resolvió nada, pero lo peor —o lo mejor, según el punto de vista— estaba por venir. La tanda de penaltis fue directamente un caos. Inglaterra abrió con acierto, pero luego falló tres seguidos. Las suecas tampoco afinaban la puntería: Jennifer Falk, su portera, detuvo tres penaltis… y luego le tocó lanzar el suyo. Pero la heroína momentánea mandó el balón a las nubes, dejando todo como estaba.
Con los nervios por las nubes y las gradas al borde del colapso, el desastre siguió: más fallos, porteras agrandadas, balones volando fuera del estadio y una tensión de película. Jennifer Falk volvió a lucirse deteniendo otro disparo, pero su homóloga inglesa, Hannah Hampton, le respondió con otra parada para mantener con vida a las suyas. En medio de ese despropósito, volvió a aparecer Lucy Bronze —con el muslo vendado y sin fuerza ni para celebrar— para marcar su penalti y dar esperanza a Inglaterra.
Y entonces llegó el momento más cruel. Smilla Holmberg, de solo 18 años, tenía en sus botas la obligación de mantener a Suecia en la pelea. La joven promesa del Hammarby lanzó con valentía… pero el balón se fue por encima del larguero. Holmberg se rompió en lágrimas, mientras sus compañeras intentaban consolarla. Inglaterra, sin haber hecho mucho más, se metía en semifinales tras un ejercicio de resistencia emocional.
Después del partido, Sarina Wiegman admitió que ya tenían la tanda preparada, aunque reconoció que todo depende del estado anímico en el momento decisivo. “Hay que ver quién está en el campo y quién se siente con confianza”, dijo. Por su parte, Peter Gerhardsson, el seleccionador sueco, fue más duro con su análisis: “¿Cuántas jugadoras lanzan penaltis en sus clubes? ¿Una, dos? Es difícil preparar algo así”.
El debate está abierto: ¿fue una cuestión de suerte, de preparación o de puro bloqueo mental? Lo cierto es que esta tanda ya figura en los libros de historia: ningún otro partido de Eurocopa —ni masculina ni femenina— había registrado tantos errores desde los once metros. Ni siquiera el famoso Alemania-Italia de 2016, que tuvo siete fallos, se acercó a este despropósito.
Mientras tanto, Inglaterra sigue viva en el torneo, aunque dejando más dudas que certezas. Y Suecia, que lo tuvo todo para ganar, se va con una herida que tardará en cicatrizar. La Eurocopa sigue, pero este partido ya quedó marcado como una locura colectiva que nadie olvidará.
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