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Pogacar toca la gloria y Vingegaard no tira la toalla: lo que queda del Tour 2025
Tadej Pogacar tiene al Tour contra las cuerdas. Ha dominado desde el inicio, ha ganado etapas con autoridad y se ha colocado líder con una ventaja tan grande que cuesta imaginar cómo puede perder esta edición. Pero esto es ciclismo, y aún quedan seis etapas, tres de ellas con montañones que pueden cambiarlo todo… o al menos encender un poco la emoción en la lucha por el podio.
El pelotón aprovechó el segundo día de descanso en Montpellier para recuperar fuerzas antes de un final de Tour que, aunque con el ganador casi cantado, todavía promete batallas serias. Con más de cuatro minutos de colchón sobre Jonas Vingegaard, el esloveno tiene el amarillo muy bien abrochado. Detrás, Florian Lipowitz aguanta como puede a más de siete minutos, aunque sigue soñando con un hueco en el cajón.
Y es que el esperado duelo entre Pogacar y Vingegaard, el que todos querían ver, se quedó en eso: un deseo. El del UAE metió la directa desde la primera semana y ha corrido con la calculadora en mano… y las piernas como una locomotora. Vingegaard, lejos de su mejor versión, nunca encontró el momento para sacarle los colores.
¿El Visma? Flojo. Muy lejos del bloque temible que desarmó al propio Pogacar en 2022. Esta vez, sin chispa en las subidas clave y sin piernas para incendiar la carrera. El danés apenas ha podido defender su segundo puesto, con la mirada más puesta en el retrovisor que en el maillot amarillo. El plan anti-Pogacar no funcionó, y ahora queda esperar un milagro en los Alpes.
La pelea más viva está en el tercer peldaño del podio. Lipowitz va bien, pero aún tiene que mirar de reojo a nombres como Carlos Rodríguez —que va noveno pero con margen de escalar—, y a un grupo muy compacto que incluye a Vauquelin, Roglic, Gall, Johannessen o Healy. Todos en menos de dos minutos. Aquí sí puede haber juego hasta el último día.
Y ojo, porque el menú alpino es de los que quitan el hipo: el martes vuelve el Mont Ventoux, un clásico brutal, con sus 15,6 km al 8,7% y ese paisaje marciano que a más de uno le ha hecho perder la cabeza. Un aperitivo de altura para abrir boca.
El jueves llega el plato fuerte: la etapa reina con 5.400 metros de desnivel, el Glandon, la Madeleine y el final en el Col de la Loze, que se eleva por encima de los 2.300 metros. Un escenario perfecto para que salten los fuegos artificiales... si alguien se atreve.
Y por si fuera poco, el viernes no se relaja nadie: Saisies, Prè, Roselend y remate en La Plagne, otro coloso de casi 20 km. Aquí se podría terminar de decidir el podio, y quizás, solo quizás, Pogacar tenga que trabajar más de la cuenta para mantener su trono.
El sábado, jornada de tregua relativa en los Vosgos, ideal para escapadas. Y el domingo, paseo triunfal por París con un toque olímpico: los ciclistas pasarán por Montmartre, en honor a los Juegos de París 2024, antes del tradicional desfile por los Campos Elíseos. Si no hay drama de última hora, será el día en que Pogacar firme su tercer Tour y siga subiendo peldaños hacia la historia grande del ciclismo.
El maillot amarillo está casi cerrado, pero el Tour, como siempre, no se acaba hasta que se baja del podio en París. Y eso, por suerte, todavía no ha pasado.
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