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El PSG saca los colores al Madrid y se mete en la gran final del Mundial de Clubes
El Real Madrid sufrió un serio correctivo ante un Paris Saint-Germain que ni se despeinó para meterle cuatro y plantarse en la final del Mundial de Clubes. El equipo de Luis Enrique no solo ganó, sino que se divirtió en el camino, dejando en evidencia a un Madrid perdido desde el primer minuto, sin ideas, sin alma y, sobre todo, sin fútbol.
La cosa arrancó torcida para los blancos incluso antes del pitido inicial. Retrasos con el vuelo, problemas con el bus y llegada tarde al estadio. Pero el verdadero lío empezó sobre el césped. A los cinco minutos, Marco Asencio se complicó en el área, perdió el balón ante Dembélé y Courtois salió a tapar el desastre, pero la pelota acabó en los pies de Fabián Ruiz, que no perdonó. Uno a cero y cara de póker en el banquillo merengue.
El Madrid ni se había repuesto cuando Rüdiger protagonizó otro fallo de los que hacen daño. El central alemán quiso sacar el balón jugado y terminó regalándoselo a Dembélé, que firmó el segundo. Todo esto en menos de diez minutos. El PSG no solo dominaba el marcador, sino también el ritmo, el juego y el ánimo. El Madrid, mientras tanto, se evaporaba.
Con Vitinha manejando los hilos, acompañado de un João Neves omnipresente y un Fabián enchufadísimo, los franceses tenían todo bajo control. Cada ataque suyo parecía una clase de cómo jugar con ritmo y precisión. Así, en el 23', Fabián marcó su segundo tras una jugada colectiva que desmontó por completo a la defensa blanca.
Xabi Alonso intentó cambiar algo tras el descanso, pero no había soluciones milagrosas. Mbappé y Vinicius estaban desconectados, Güler no encontraba espacios y Bellingham andaba desaparecido. El equipo era una sombra y el PSG, un martillo pilón. Doué, Kvaratskhelia y Dembélé hacían lo que querían en tres cuartos, mientras que Barcola y Gonçalo Ramos esperaban su oportunidad desde el banquillo.
El cuarto gol llegó en el 87', como una especie de castigo final. Gonçalo Ramos recibió en el área, se inventó un recorte de videojuego y la mandó a guardar. Otro puñal más para un Madrid que solo había disparado una vez entre los tres palos en 70 minutos.
Modric y Lucas Vázquez tuvieron minutos para la nostalgia. Puede que sus últimos con el escudo del Madrid en el pecho. También volvieron Militão y Carvajal, pero ya con todo decidido. La imagen era clara: el PSG paseaba y el Madrid rezaba por el final.
Luis Enrique y los suyos jugarán la final contra el Chelsea con la moral por las nubes y un equipo afinado como un reloj suizo. El Madrid, por su parte, regresa a casa con una lección durísima y muchas cosas que corregir. El golpe ha sido fuerte. Más que una derrota, fue un baño.
El Mundial de Clubes ya tiene su final soñada entre dos gigantes europeos. Pero lo que queda claro es que al nuevo proyecto de Xabi Alonso aún le falta mucho trabajo si quiere volver a codearse con los mejores. Por ahora, el PSG le ha recordado con dureza que el presente —y quizá también el futuro— está lejos.
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