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Cómo visten los abogados en las grandes capitales del mundo
Un viaje por el “código de vestimenta” global de la abogacía
Durante décadas, el traje oscuro, la camisa blanca y la corbata sobria fueron el uniforme casi universal de la abogacía. Pero, igual que ha cambiado la forma de trabajar en los despachos, también ha cambiado la forma de vestir. La globalización, el trabajo híbrido, los clientes tecnológicos y la presión por mostrar cercanía han ido suavizando los códigos, aunque no en todos los lugares al mismo ritmo.
La ropa del abogado ya no es solo una cuestión de elegancia: es un lenguaje. Comunica jerarquía, cultura del despacho, tipo de cliente, ciudad y hasta generación, aunque la globalización está acabando con las diferencias, todos los abogados del mundo se visten igual… salvo por los detalles que revelan la cultura: en Londres, la tradición; en Nueva York, la modernidad; en Moscú, el estatus; en Pekín, la discreción; en París, la elegancia; en Italia, la moda; y en Tokio, la perfección. No obstante, veamos estas diferencias.
Londres: la liturgia del traje… con grietas en la corbata
En Londres, especialmente en la City y en los despachos de “Magic Circle”, el traje sigue siendo casi una institución. Azul marino o gris oscuro, camisa clara y zapatos negros bien pulidos siguen marcando el estándar en reuniones formales y juicios. En los barristers, la sobriedad alcanza niveles casi rituales: toga, puñetas y, en los tribunales superiores, la tradicional peluca.
Sin embargo, incluso Londres se ha relajado, en días sin cliente, muchos solicitors han adoptado el “smart casual”: chinos oscuros, camisa sin corbata, jersey fino, y en firmas con fuerte práctica tecnológica o de venture capital se ven zapatillas discretas de diseño y americanas sin estructura.
Eso sí, el mensaje invisible sigue siendo claro: Cuanto más regulado y financiero es el asunto, más clásico es el traje.
Nueva York: poder, marca personal y códigos variables por sector
En Nueva York conviven varios mundos:
En Wall Street y en los grandes despachos de M&A y litigación financiera, el traje sigue siendo un uniforme de poder. Cortes entallados, relojes visibles, corbatas sobrias, pero de marca, y para ellas, trajes de pantalón o vestido más blazer en tonos muy contenidos.
Entre firmas que trabajan con startups, entretenimiento o tecnología, el estilo vira hacia “business casual sofisticado”: camisas remangadas, blazer sin corbata, zapatillas de lujo, vestidos midi combinados con deportivas blancas. Nueva York es, quizá, el lugar donde más claro se ve que la ropa es parte de la marca personal del abogado: un socio litigador puede permitirse un toque llamativo (pañuelo, gafas, abrigo icónico), siempre que el conjunto grite una cosa: “soy caro, pero fiable”.
Moscú: formalidad más lujo visible
Aquí sí hay diferencias claras, trajes más brillantes, telas de alto precio, relojes visibles (Rolex, Omega), símbolo cultural de éxito, colores más atrevidos: azules intensos, grises claros, incluso negro (poco común en Londres o Nueva York), abogadas con estilo más glamoroso que en Occidente: tacones altos, colores más vivos, maquillaje definido.
Sensación general: profesionalismo, pero con énfasis en el estatus.
París y Bruselas: elegancia discreta y sensibilidad institucional
En París, la abogacía combina formalidad con una estética más cuidada y menos rígida, aunque en los últimos años está perdiendo la elegancia que había caracterizado a la capital francesa, trajes bien cortados, muchos grises claros y azules medios, camisas de tonos suaves, poco brillo y mucha calidad de tejido.
Las abogadas suelen apostar por trajes de dos piezas, vestidos sobrios con cortes impecables y accesorios discretos pero muy pensados.
En Bruselas, donde se concentran muchos asuntos de competencia y regulatorio europeo, el estilo es algo más sobrio, pero similar: formalidad sin estridencias, con una cierta estética y cada vez más “funcionarial”.
Madrid y Barcelona: del traje obligatorio al “smart casual ibérico”
En España, hace 20 años casi no había discusión: traje y corbata a diario, especialmente en mercantil y procesal. Hoy en los grandes despachos, el traje sigue siendo la norma cuando hay juicios, firmas notariales o reuniones importantes, pero se ha extendido un código híbrido: muchos socios y asociados trabajan sin corbata a diario y reservan la corbata para momentos clave y en despachos más jóvenes o boutiques tecnológicas, es frecuente ver vaqueros oscuros, polos de calidad y deportivas limpias.
En los juzgados, sin embargo, persiste una especie de “contrato social”:
aunque nadie lo haya escrito, nadie quiere ser “el abogado que va demasiado informal” ante un juez.
Milán y Roma: la moda también es un argumento
Italia añade un elemento diferenciador: el peso cultural de la moda.
trajes de mejor corte, algo más de atrevimiento en colores (azules más vivos, marrones cálidos, cuadros suaves) y más atención a los detalles: corbatas de seda, pañuelo coordinado, zapatos bien trabajados; para ellas, bolsos de firma y cortes muy estudiados.
Incluso cuando el código es formal, se nota una búsqueda de estilo personal. La ropa forma parte de la retórica del abogado: aparentar descuido está mal visto; aparentar demasiado esfuerzo, también. La virtud está en parecer elegante “sin intentarlo”.
Hong Kong y Singapur: calor, formalidad y toque financiero
En Hong Kong y Singapur la combinación es peculiar: clima tropical, cultura asiática y presencia masiva de banca y arbitraje internacional, en las oficinas de rascacielos y salas de arbitraje, el traje sigue siendo la norma, pero con tejidos más ligeros y de gran calidad, a veces, camisas sin chaqueta en situaciones menos formales y la corbata se mantiene más en Hong Kong que en Singapur, donde muchas firmas internacionales han flexibilizado el dress code a “business casual” salvo para reuniones con clientes.
En ambos mercados el mensaje es claro: en la sala de vistas o en el arbitraje internacional, vestirse menos que el cliente es un error.
Dubái y los centros del Golfo: formalidad occidental más códigos locales
En Dubái, Abu Dabi o Doha, los abogados que trabajan en firmas internacionales combinan el traje occidental clásico para hombres, a menudo sin corbata salvo reuniones institucionales y los trajes o vestidos sobrios para mujeres, siempre muy respetuosos con los códigos locales de modestia.
Al mismo tiempo, muchos clientes, jueces o funcionarios llevan vestimenta tradicional (dishdasha, abaya). El abogado internacional, en este contexto, ocupa un espacio intermedio: formal, neutro y culturalmente prudente.
São Paulo, Ciudad de México: formalidad con clima y personalidad
En Latinoamérica, las grandes capitales jurídicas muestran patrones parecidos: el traje y corbata siguen siendo frecuentes en mercantil, financiero y arbitraje, aunque el clima y la cultura hacen que se acepten más trajes claros, camisas de colores y, en algunos contextos, ausencia de corbata. Las abogadas suelen mezclar trajes formales con un punto más creativo en colores y accesorios, especialmente en firmas que trabajan con sectores creativos o tecnológicos.
La diferencia con Europa es que el formalismo convive con una gestualidad más expresiva: el color y la combinación de prendas transmiten cercanía sin perder autoridad.
Tokio y Seúl: sobriedad extrema y jerarquía visible
En Japón y Corea del Sur, los abogados tienden a ser de los más formales del planeta: Trajes oscuros casi siempre, corbatas discretas, camisas blancas o muy claras, poco espacio para la excentricidad, el énfasis está en la seriedad, la modestia y el respeto a la jerarquía del cliente y del tribunal.
En estos entornos, llegar demasiado informal puede interpretarse como falta de respeto más que como “estilo personal “como decíamos al principio la moda japonesa ahora es la moda de la perfección.
Pekín y Shanghái la formalidad proyecta seriedad, fiabilidad y disciplina, valores esenciales para clientes corporativos y estatales. Además, en las Big Four chinas (King & Wood Mallesons, JunHe, Fangda, Zhong Lun) se espera una imagen “global”, muy parecida a Londres o Nueva York, pero con menos riesgo estilístico y mayor seriedad
Cómo ha cambiado el traje del abogado, del “uniforme rígido” al “código variable”
¿Cuáles son las tendencias comunes?
La corbata pierde terreno, pero no desaparece, pasa de ser uso diario a ser símbolo de reuniones clave.
El “business casual” se expande, sobre todo por influencia de clientes tecnológicos y trabajo híbrido, aunque el casual requiere mucho mas cuidado y estudio de combinación de las prendas, es decir se nota más cuando los colores y las mezclas no son adecuadas.
La toga y la vestimenta judicial se mantienen en muchas jurisdicciones Londres, París, Santiago de chile, Madrid, Buenos Aires y la mayoría de las capitales de hispano América, pero se circunscriben al ámbito procesal.
Aumenta la tensión generacional: los abogados jóvenes aceptan el traje, pero lo consideran “disfraz operativo”, no identidad; prefieren códigos más flexibles.
Lo que revela la forma de vestir de un despacho. Más allá de la estética, la ropa del abogado dice cosas muy concretas sobre el despacho:
Cuánto valora la jerarquía interna: más trajes muy tradicionales = más estructura rígida,
Qué tipo de cliente prioriza: financiero institucional vs startup tech.
Qué cultura generacional tiene: si permite expresividad o impone uniformidad).
Cómo entiende la relación abogada–cliente: distancia profesional versus cercanía colaborativa
En un mundo en el que casi todo puede hacerse por videollamada, la primera impresión visual sigue teniendo un peso enorme. No se trata de vestir caro, sino de vestir coherente: con la ciudad, con el tipo de trabajo y con el mensaje que el despacho quiere transmitir y sobre todo eliminando la vulgaridad porque la ropa del abogado sigue siendo una declaración silenciosa de seriedad, competencia y confiabilidad.
La oficina del siglo XXI podrá ser híbrida, digital y flexible, pero el día que haya que cerrar una transacción estratégica, defender un caso delicado o entrar en un tribunal importante, en Londres, Nueva York, Madrid, Hong Kong o São Paulo ocurrirá algo muy simple: los abogados abrirán el armario…
y elegirán, una vez más, su traje.
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