La Asociación de Jugadoras busca renegociar el convenio colectivo para obtener condiciones que reflejen el crecimiento de la WNBA, y no descartan paralizar la competición si no se alcanzan acuerdos
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Las jugadoras de la WNBA exigen mejoras salariales y laborales en plena expansión de la liga
Las jugadoras de la WNBA han decidido que es momento de exigir mejoras significativas en sus condiciones laborales y económicas. Este lunes, la Asociación de Jugadoras de la WNBA (WNBAPA) anunció su intención de renegociar el convenio colectivo con la liga, buscando reflejar su valor real en un negocio que no deja de crecer. Aunque el actual acuerdo, firmado en 2020, expira en octubre de 2025, las jugadoras ya han dado el primer paso para salir del convenio y reabrir las conversaciones.
El salario es uno de los temas más importantes que la WNBAPA quiere poner sobre la mesa. Actualmente, el salario máximo en la liga es de 252.000 dólares anuales, mientras que el mínimo está en 75.000 dólares. Sin embargo, las jugadoras consideran que estas cifras no son suficientes para una liga que está ganando más visibilidad y generando más ingresos que nunca. La WNBAPA también ha dejado claro que sus demandas van más allá del dinero. Quieren mejoras en las instalaciones donde entrenan y mejores condiciones de alojamiento durante los viajes, así como beneficios económicos que las respalden tras su retirada.
La desigualdad en las instalaciones es otro punto que destaca la Asociación. En algunos casos, las jugadoras entrenan en centros deportivos públicos lejos de sus ciudades base. Un ejemplo claro es el de las Chicago Sky, equipo campeón de la WNBA en 2021, que entrena en un centro deportivo en Deerfield, a más de 40 kilómetros de Chicago. Aunque la franquicia anunció la construcción de un centro exclusivo para el equipo, la realidad es que muchas jugadoras no cuentan con las instalaciones adecuadas para una liga profesional.
La petición de las jugadoras llega en un momento en que la WNBA está en pleno auge. La liga acaba de completar una temporada histórica, con más telespectadores y aficionados que nunca. Según datos de la WNBAPA, la temporada regular de 2024 fue la más vista en los últimos 24 años, con más de 54 millones de personas sintonizando los partidos en canales como ABC, CBS, ION, NBA TV y ESPN. Este último canal logró un promedio de 1.19 millones de espectadores por partido, estableciendo un récord absoluto. En comparación con la temporada 2023, esto supone un aumento del 170%, una cifra impresionante que demuestra el creciente interés en el baloncesto femenino.
Además de los números en televisión, las gradas también estuvieron más llenas que nunca. La última jornada de la temporada regular vio un récord absoluto de asistencia en el Washington-Indiana disputado en el Capital One Arena de la capital estadounidense, con 20.711 espectadores. A lo largo de la temporada regular, hubo un total de 154 llenos en diferentes estadios del país, una señal clara de que el interés por la liga no para de crecer.
Caitlin Clark, la jugadora estrella de las Indiana Fever y primera elección en el último draft, ha sido una de las grandes protagonistas de este crecimiento. Con una capacidad ofensiva asombrosa, Clark ha capturado la atención de los aficionados y ha sido una de las razones principales por las que la WNBA ha ganado tanta popularidad en tan poco tiempo.
Pero este crecimiento no ha hecho que las jugadoras se conformen. De hecho, están dispuestas a plantarse y no competir hasta que se llegue a un acuerdo con la liga. Según información de la cadena ESPN, la WNBAPA está dispuesta a paralizar la liga si no se llegan a satisfacer sus demandas. Este movimiento no sorprende, ya que las jugadoras han demostrado en otras ocasiones que no tienen miedo a tomar medidas drásticas para mejorar sus condiciones.
En definitiva, las jugadoras de la WNBA no solo están exigiendo más dinero, sino un reconocimiento completo de su valor y contribución al éxito de la liga. Con una WNBA en pleno crecimiento, tanto en popularidad como en ingresos, las jugadoras consideran que ha llegado el momento de negociar un convenio colectivo que esté a la altura de lo que representan dentro y fuera de la cancha. La pelota está ahora en el tejado de la liga, que deberá decidir si cede ante las demandas de sus jugadoras o se enfrenta a una posible huelga que podría paralizar una de las temporadas más prometedoras de su historia.
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