"Todos los días aprendemos algo nuevo", ¿es eso cierto o no?, creo que la respuesta debería ser sí, pero la verdad es que depende e incluso en medio de "tiempos interesantes" y "un mundo globalizado". Creo que lamentablemente no todos tenemos ganas de aprender algo nuevo todos los días, literalmente, aunque la información está frente a nosotros a sólo un clic de distancia, y eso es algo porque siempre que pensamos en por qué un país no progresa, o que un sector no se moderniza o no mejora, a menudo culpamos al otro -y cuando digo otro quiero decir literalmente a cualquier entidad o persona- de cualquier manera el culpable es siempre un tercero y las excusas para no aprender algo nuevo a diario desgraciadamente tienen bastante y van desde los casos más extremos ligados a realidades precarias donde tal vez sea aún más difícil aprender por diversas razones.

Pero también -y no me dejan mentir- hay casos y realidades en los que existen absolutamente todas las facilidades y simplemente porque amamos el statu quo no nos obligamos a seguir consejos o a decir que hemos escuchado tantas veces y que incluso nos hemos atrevido a sugerir que todos los días aprendemos o deberíamos aprender algo nuevo.

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La importancia del perfeccionamiento para lograr una verdadera transformación del sector jurídico

En cualquier caso, procedo a explicar por qué citar esta frase al principio y es que las nuevas realidades y los tiempos difíciles requieren que los profesionales -de todos los sectores- se animen a salir a su zona de confort y a tomar la decisión de reinventarse. Nuestro sector jurídico no es una excepción, al contrario ya es hora de que nos pongamos "las pilas" y tratemos de adoptar una mentalidad diferente, que nos anime a "curar" de nuevo y por qué no aprender, aprender cosas nuevas o retomar algunas que nos gusten mucho pero por el sistema, el trabajo, el tiempo y otras circunstancias que dejamos de lado y que no están necesariamente ligadas a nuestro ejercicio jurídico pero que nos permiten reconectarnos con nosotros mismos, redescubrir la razón de nuestra decisión de trabajar por el acceso a la justicia y aportar frescura y perspectivas diferentes de otras ciencias, disciplinas, artes y campos del conocimiento -prácticos y teóricos- que permitan de una vez por todas transformar y rediseñar el sistema legal y judicial para que el derecho llegue a todos los rincones y pueda ser invocado y ejercido por todos los usuarios e interesados en estos servicios.

Algunos se han reinventado a sí mismos y otros buscan reinventarse a sí mismos, pero cómo logran esa hazaña a través de dos importantes procesos llamados Re-Skilling y Up-Skilling. Estos procesos de capacitación permiten un reentrenamiento de los miembros de las organizaciones en cierto modo para que mejoren los conocimientos ya adquiridos, así como capacitar a los equipos en nuevas habilidades que se han vuelto relevantes en medio de la cuarta revolución industrial y la transformación digital, que cada día se vuelve más exponencial y digital para retener el talento y no detenerlo, sino que por el contrario los miembros de las organizaciones -en este caso los equipos jurídicos de las empresas o los bufetes de abogados- pueden adaptarse a los cambios y realizar su trabajo de manera efectiva de acuerdo con las nuevas normas y expectativas.

En primer lugar, tenemos el Up-Skilling. Que viene a ser una especie de "formación adicional". Esto significa capacitar al trabajador en materias -que ya conoce plenamente o de las que ya tiene nociones y que pone en práctica en su día a día- para ayudarle a realizar más eficazmente las tareas de su trabajo, sin tener que desarrollar un perfil mixto, simplemente con el objetivo de hacer mejor su trabajo. 

Por ejemplo, tendríamos otro grupo de operadores jurídicos que en muchos casos no manejan el tema de la mecanografía, que es básico a la hora de poder mecanografiar y escribir más rápido los diferentes escritos, o que realizan tareas repetitivas en formatos de Word, pero que por falta de conocimientos básicos.

Dije conocimientos básicos, como el manejo del programa Microsoft Word y todas sus funcionalidades, cuando en realidad todo eso es todo lo que incluso y todavía no desarrollan formatos automatizados o sistemas que les permitan desarrollar sus tareas con mayor eficiencia y calidad y en este punto destaco el hecho de que no utilizando la plataforma más reciente o la última versión de algún programa ya estamos innovando, la recalificación se centra más en formar a los profesionales en habilidades que les permitan desarrollar mejor su trabajo y estar al día en el manejo de las herramientas consideradas como básicas para realizar plenamente y con calidad su trabajo.

En segundo lugar, hablaremos del Re-Skilling. Que no es más que el "reciclaje profesional de los trabajadores". Como hemos visto anteriormente, este fenómeno surge principalmente de la digitalización de las empresas, lo que hace inevitable que el trabajador adquiera nuevas habilidades tecnológicas para realizar su trabajo correctamente teniendo en cuenta los agentes tecnológicos que se han incluido en el proceso.

Por ejemplo, aquí podemos mencionar perfiles híbridos de abogados digitales -aquellos que entienden y aplican la tecnología a sus procesos para digitalizarlos y ahorrar tiempo en tareas repetitivas, entre otras, optimizando su trabajo-, destacando los abogados que se han interesado por aprender habilidades duras como diseño, código, programación, procesos, entre otras, así como las famosas "soft skills" que van mucho más allá del mero liderazgo de los equipos, haciendo hincapié en la empatía y la resistencia. Todo ello se ve aún más potenciado cuando el operador jurídico entra en la curiosidad de aprender de otras disciplinas y ciencias como las ciencias del comportamiento, la antropología, la filosofía, así como de los lenguajes que realmente le dan las herramientas necesarias para crear, diseñar, rediseñar y desarrollar verdaderas soluciones -mediendo su impacto en la sociedad- variadas e ingeniosas que satisfagan a las personas y a los usuarios de los servicios de justicia y que les sean realmente útiles para resolver los problemas.

Este proceso de recalificación, por supuesto, es el más complejo porque requiere mucho deseo de aprender, curiosidad y sentido crítico para poder determinar cómo o formas en que estos nuevos conocimientos nos permitirán potenciar lo que ya sabemos y se convertirán en un representante diferencial de nuestra prestación de servicios y empleos a otros colegas y servicios ya existentes en el mercado.

En medio de un panorama que parece fomentar la competitividad pero en el que quienes realmente tienen un alcance holístico comprenden la importancia de las sinergias y que dentro de las organizaciones, por encontrarse en un nivel más específico y mejorado de recalificación, se convierten en mentores y/o facilitadores de estas habilidades para sus pares y los miembros de los equipos de las áreas jurídicas, los bufetes de abogados y otros espacios en los que convergen equipos multidisciplinarios -así como diversos en todos los sentidos- siempre con miras a generar soluciones que sean útiles y aporten valor a la organización, pero sobre todo a las personas para las que trabajan.

Algunos de estos perfiles son el del diseñador legal (tanto de productos como de servicios), el del líder de proyectos legales, el del ingeniero legal, el del gerente de operaciones legales o jurídicas, el del especialista en ciberseguridad, el del tecnólogo legal, entre otros y los nuevos perfiles que aparecerán cuando entendamos que todo está vinculado si lo conectamos adecuadamente y lo ponemos al servicio de los demás.

Conclusión

Por último no quisiera terminar este artículo indicando lo siguiente, en particular creo que cada día podemos aprender algo nuevo y deberíamos tratar de escribir lo que hemos aprendido -por muy simple que sea- para mejorarlo y practicarlo pero sobre todo deberíamos ponerlo al servicio de los demás y compartirlo con los demás -y no me refiero sólo a nuestros equipos-.

Me refiero a las comunidades, que particularmente cambiaron mi vida hace unos años cuando empecé a frecuentarlas y donde realmente terminé reinventándome porque allí no sólo se aprende, sino que se pone en práctica lo que se ha aprendido, el popular "aprender haciendo" y en el que en la medida en que se adquiere antigüedad -en particular no creo en los expertos del sector jurídico y menos en la tecnología porque ambos sectores son tan camaleónicos y cambiantes como densos, porque se actualizan y cambian diariamente y en el caso de la regulación de forma no tan organizada, porque la tecnología suele ser pulcra en ese aspecto-, pero sí creo que hay especialidades y especialistas que han demostrado ser verdaderos futuristas con sentido crítico del sector en el que operan y que en la innovación y otras ciencias han encontrado herramientas que aplican y que además de simplificar su trabajo, haciéndolo más eficiente, son éticos a la hora de utilizar la tecnología y muchos de ellos no ven una parte sino el todo, valoran el impacto del uso de la tecnología en la empresa, en su profesión pero sobre todo en la transformación del sector jurídico que se sigue reinventando y espero sinceramente que siga en esa línea.

Pero esa función es responsabilidad de cada uno porque en cada operador jurídico o miembro del equipo existe la decisión de practicar la rendición de cuentas y "hacerse cargo" de su aprendizaje constante y diario, recordemos que "quien quiera puede" y amén.