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Despedida amarga del Atlético en el Mundial de Clubes: ni milagro, ni justicia arbitral
El Atlético de Madrid hizo las maletas del Mundial de Clubes con más frustración que fútbol. Necesitaba una goleada épica ante Botafogo para colarse en octavos, pero apenas logró un 1-0 que no sirvió para nada más que para maquillar la eliminación. Aunque dominó el balón y generó ocasiones, el conjunto del Cholo Simeone no encontró el gol con la urgencia ni la contundencia que el calendario exigía. Y para colmo, el arbitraje del mexicano Pacheco Lario dejó al equipo colchonero sin dos penaltis bastante claros, lo que encendió los ánimos del banquillo rojiblanco y de buena parte de la afición.
Desde el arranque, el guion del partido se torció. Julián Álvarez y Sorloth fueron los elegidos para liderar el ataque, con Griezmann en el banquillo por descanso. La idea era meter ritmo y dinamita arriba, pero el Botafogo no se lo puso fácil. Lejos de salir a defenderse, el conjunto brasileño mordió en ataque con jugadores conocidos como Alex Telles o Allan. De hecho, Oblak tuvo que sacar una mano milagrosa en un mano a mano con Savarino a los pocos minutos. El Atlético, algo atascado en la circulación, buscaba huecos sin demasiada claridad y con poco acierto.
El primer tiempo estuvo marcado por dos acciones muy protestadas. Julián cayó en el área tras un recorte seco, pero el árbitro mandó seguir sin dudar. En la repetición, se vio claramente el contacto. Poco después, Pablo Barrios recibió una entrada al borde del área que también fue ignorada. Y lo peor: desde el otro partido del grupo, llegaban noticias que confirmaban lo que todos temían. El PSG ya ganaba a Seattle Sounders. La única vía para seguir con vida era una goleada, y cada minuto que pasaba lo hacía más utópico.
Griezmann saltó al campo tras el descanso y cambió el tono ofensivo del equipo. Subió la presión, se empujó más arriba y se generaron algunas oportunidades claras, como un cabezazo de Sorloth que se marchó desviado. Pero no había frescura. Ni piernas, ni chispa. Solo nervios y ansiedad. El VAR tuvo otro capítulo surrealista cuando Julián volvió a ser derribado claramente en el área, pero el árbitro, tras revisar la jugada, decidió anular todo por una falta previa de Sorloth. Simeone explotó.
Con el paso de los minutos, Botafogo se cerró mejor y el Atleti comenzó a colgar balones a la desesperada. Koke y Correa entraron en el tramo final para agitar el árbol, y fue precisamente el argentino quien asistió a Griezmann para el único gol del partido, que sirvió para romper su mala racha goleadora (llevaba 18 partidos sin marcar). Pero ya era tarde. No había tiempo para más. Ni para otro gol, ni para milagros.
El Atlético queda eliminado con seis puntos, víctima de la paliza inicial que le propinó el PSG y de un arbitraje que dejó mucho que desear ante Botafogo. En los números quedará que ganó dos partidos, pero la realidad es que se va del torneo con sensación de fracaso. Toca reflexionar. La temporada aún es larga, pero lo vivido en Estados Unidos deja cicatriz.
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