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El rendimiento de los empleados no se puede medir con el teletrabajo y por eso, muchos jefes están optando por la metodología OKR (Objective Key Results) para monitorear a sus empleados 

Con la implementación del teletrabajo, los jefes de departamento se preocupan por el rendimiento de los trabajadores. Todos podrán comprobar cómo le afecta a su rendimiento el establecimiento del régimen del trabajo remoto desde sus hogares. 

Existen en el mercado muchas herramientas que permiten a los jefes conocer qué están haciendo sus trabajadores en un momento concreto durante la jornada laboral (existen herramientas que permiten hacer pantallazos a tiempo real del monitor del trabajador, los movimientos del ratón, o el historial de páginas visitadas por el trabajador). Todo esto con el ánimo de descubrir en qué invierte el tiempo cada uno de los trabajadores. 

Este tipo de vigilancia traspasa lo meramente objetivo, ya que un jefe puede dudar en todo momento si sus empleados dedican todas las horas delante del ordenador, o bien, estos dedican unos minutos a otras actividades, como hacer la compra, realizar ejercicio. 

Vigilar a los trabajadores es una práctica que ha sido apoyada por los directivos, con el fin de observar y analizar la productividad. Pero, por otra parte, este ejercicio puede suponer una pérdida de confianza. ¿Hasta qué punto es beneficioso para el ambiente de la empresa?

Como ocurre en muchos aspectos en la vida, los trabajadores pueden utilizar técnicas para evadir la vigilancia, o para disimular que están trabajando mientras que están realizando labores de ocio. 

Por lo tanto, ¿qué debería hacer un directivo o jefe para evitar estas situaciones?

Una solución viable es el establecimiento de una comunicación periódica y constante entre los jefes y sus trabajadores. Por medio de estas conversaciones, el trabajador puede exponer las labores realizadas durante su jornada laboral, pero también puede advertir a su jefe de las dificultades que ha encontrado. 

Por poner un ejemplo, las metodologías ágiles son un perfecto complemento para la supervisión por parte de los jefes de todos los movimientos realizados por sus empleados. Por medio de ellas, todos los trabajadores disponen de un calendario unificado, persiguiendo objetivos comunes, y teniendo agendada una pequeña reunión diaria, preferiblemente al comenzar la jornada laboral, por el cual se ponen sobre la mesa las labores a realizar durante el día, así como los objetivos que se prevén alcanzar. 

Una de las metodologías más relevantes en la actualidad es la metodología OKR (Objective Key Results), por el que tanto directivos como empleados fijan unos objetivos y unas tareas que creen imprescindibles realizar para alcanzar dichos objetivos. A su vez se establecen plazos para la realización de estas y todo el trabajo se monitorea por medio de reuniones diarias y semanales, sirviendo estas para observar los progresos y poder compartir impresiones para que los diferentes compañeros de trabajo puedan colaborar de manera coordinada.

De esta forma, los directivos podrán monitorear la actividad laboral de sus empleados, pero sin necesidad de ser intrusivos, ni de demostrar una clara desconfianza en ellos.