Este artículo analiza el papel de la simulación como herramienta docente en la formación jurídica. Se revisan sus fundamentos teóricos, modalidades, beneficios y limitaciones, así como experiencias internacionales y el impacto en las competencias profesionales de los futuros juristas. Se concluye que la simulación, lejos de ser un accesorio, constituye una estrategia pedagógica esencial para modernizar la enseñanza del Derecho.
Artículo completo
El uso de la simulación como herramienta docente: impacto en la formación del ámbito jurídico
Introducción
La enseñanza del Derecho ha estado tradicionalmente vinculada a la transmisión teórica de normas, principios y jurisprudencia. Durante siglos, la metodología predominante fue expositiva: clases magistrales, lectura de textos legales y resolución escrita de casos. El aula se configuraba como un espacio de explicación unidireccional donde el profesor encarnaba la autoridad académica y el estudiante adoptaba un rol pasivo. Este modelo, heredero de las universidades medievales y consolidado en los siglos XIX y XX, respondió durante mucho tiempo a las necesidades de una sociedad que requería juristas conocedores de la ley, pero no necesariamente entrenados en destrezas prácticas (Calvo, 2018).
Sin embargo, la evolución de la educación superior y las demandas de una sociedad cada vez más compleja han puesto en cuestión la suficiencia de este paradigma. Hoy se reclama una formación más crítica, interdisciplinaria y orientada al desarrollo de competencias profesionales y sociales (Biggs & Tang, 2011). El jurista contemporáneo no solo debe interpretar y aplicar normas: también necesita habilidades de comunicación, negociación, trabajo en equipo y sensibilidad ética. En este contexto, la simulación como estrategia pedagógica ha emergido como un recurso de enorme valor para la formación de futuros profesionales del ámbito jurídico.
La simulación en la enseñanza: fundamentos teóricos
La simulación puede definirse como la recreación de situaciones verosímiles en un entorno controlado con fines de aprendizaje. No se trata de un simple juego de roles, sino de una metodología estructurada que coloca al estudiante en el centro del proceso educativo. Desde la perspectiva del aprendizaje experiencial de Kolb (1984), las personas aprenden mejor cuando pasan por un ciclo que incluye experiencia concreta, reflexión, conceptualización y aplicación. La simulación reproduce este ciclo con precisión, pues expone al estudiante a una situación práctica, le permite actuar, reflexionar sobre lo vivido y contrastarlo con marcos teóricos para, finalmente, transferir el aprendizaje a escenarios futuros. Schön (1983), con su influyente noción de “profesional reflexivo”, aporta otra clave interpretativa: el aprendizaje profundo ocurre cuando los profesionales son capaces de pensar en la acción y sobre la acción, es decir, de analizar críticamente lo que hacen mientras lo hacen y después de haberlo hecho.
Tipos de simulaciones aplicables al ámbito jurídico
En el campo del Derecho, la simulación puede adoptar múltiples formas.
Los tradicionales juicios simulados o moot courts constituyen probablemente el ejemplo más conocido: en ellos, los estudiantes representan a las partes de un proceso judicial, ejercen los roles de juez, fiscal o abogado defensor y aprenden a argumentar con rigor y creatividad (Knebel, 2010).
Existen también simulaciones de negociación y mediación, que permiten ejercitar técnicas de resolución alternativa de conflictos en un espacio controlado, tan valiosas en un mundo donde los litigios no siempre son la mejor vía (Menkel-Meadow, 2016).
Otra variante es el role-playing aplicado a la asesoría jurídica, en el que los alumnos interactúan con “clientes ficticios” y se enfrentan a dilemas éticos y estratégicos que no suelen aparecer en los manuales (Cownie, 2004).
El desarrollo tecnológico ha ampliado aún más este abanico: plataformas digitales que reproducen expedientes judiciales, softwares de gestión procesal que imitan los sistemas oficiales e incluso entornos de realidad virtual que simulan tribunales (Susskind, 2019). Las clínicas jurídicas, aunque se centran en casos reales, suelen incorporar un componente de simulación como etapa preparatoria, lo que las convierte en espacios híbridos especialmente valiosos (Bloch, 2010).
Beneficios de la simulación en la formación jurídica
Los beneficios de estas prácticas son múltiples y se expresan tanto en el plano individual como en el colectivo. En primer lugar, el aprendizaje se vuelve activo y significativo, pues el estudiante deja de ser un mero receptor de información para convertirse en protagonista del proceso (Bonwell & Eison, 1991). En segundo lugar, se desarrollan competencias transversales de alto valor: habilidades de comunicación oral y escrita, capacidad de negociación, manejo del tiempo, trabajo en equipo y toma de decisiones bajo presión (Salas et al., 2009). La simulación permite también integrar teoría y práctica, al comprobar cómo los conceptos jurídicos se aplican en escenarios concretos y dinámicos. Este tipo de metodología fomenta el pensamiento crítico y ético, dado que los dilemas planteados suelen incorporar dimensiones morales, sociales y políticas que obligan a reflexionar sobre las consecuencias de cada decisión (Rodríguez, 2020). Además, reduce la brecha entre la formación universitaria y el ejercicio profesional, logrando que los egresados lleguen mejor preparados al mundo laboral. Todo ello ocurre en un espacio seguro para el error, donde las equivocaciones no tienen consecuencias reales para terceros, sino que se convierten en oportunidades de aprendizaje y retroalimentación constructiva (Nestel & Tierney, 2007).
Retos y limitaciones
No obstante, la simulación también plantea desafíos que conviene reconocer. La preparación de estas actividades demanda tiempo, recursos y planificación detallada. Organizar un juicio simulado requiere diseñar el caso, asignar roles, preparar materiales y reservar espacios adecuados. A esto se suma la necesidad de formación docente: no todos los profesores están familiarizados con metodologías activas y la transición desde la clase magistral hacia escenarios simulados puede resultar compleja sin capacitación específica (Prince, 2004). La evaluación constituye otro reto, pues medir el desempeño en contextos simulados obliga a diseñar rúbricas claras y consensuadas que permitan valorar tanto el proceso como el resultado. Existe, además, el riesgo de trivialización: si la simulación no se diseña con rigor, puede percibirse como un mero juego sin impacto real en el aprendizaje (Dieckmann, 2009).
Ejemplos y experiencias internacionales
Las experiencias internacionales ofrecen ejemplos inspiradores. En Estados Unidos, los moot courts forman parte de una larga tradición y las law clinics han desarrollado modelos híbridos donde los estudiantes trabajan en casos reales acompañados de ejercicios simulados (Giddings, 2013). En el Reino Unido y Europa continental han proliferado competiciones internacionales de arbitraje y mediación, como el prestigioso Willem C. Vis Moot, que reúne cada año a cientos de estudiantes de distintos países y los enfrenta a situaciones jurídicas de gran complejidad. En América Latina, numerosas universidades han incorporado juicios simulados no solo como práctica académica, sino también como herramienta de vinculación con la comunidad: en ellos, se abordan problemáticas sociales relevantes y se fomenta una cultura de justicia accesible (Álvarez, 2019).
Impacto en el perfil profesional del jurista
El impacto en el perfil profesional de los futuros juristas es significativo. Los estudiantes que participan en simulaciones adquieren mayor seguridad en la expresión oral, mejoran su capacidad de análisis en tiempo real y desarrollan habilidades de adaptación frente a la incertidumbre. Aprenden a trabajar en equipo, a gestionar emociones en situaciones tensas y a enfrentar dilemas éticos que los preparan para ejercer con responsabilidad social (Spencer, 2017). Estas competencias son esenciales en un mundo jurídico marcado por la globalización, la transformación digital y la necesidad de respuestas rápidas y flexibles. El jurista formado con estas metodologías no solo domina las normas, sino que también comprende el contexto humano, social y tecnológico en el que estas se aplican.
Conclusión
La simulación no debe entenderse como un accesorio ni como una mera innovación pedagógica pasajera, sino como un recurso estratégico para modernizar la enseñanza del Derecho. Su objetivo no es sustituir la enseñanza teórica, sino complementarla de manera decisiva y transformadora. El reto consiste en integrarla de forma sistemática en los planes de estudio, dotar a los docentes de las herramientas necesarias y garantizar que las actividades conserven el rigor académico que requiere la formación jurídica. Apostar por la simulación es apostar por un aprendizaje más realista, más humano y comprometido con la sociedad. En última instancia, se trata de formar juristas capaces no solo de interpretar normas, sino también de interactuar con personas, instituciones y problemas complejos de un mundo en constante cambio.
Álvarez, M. (2019). La enseñanza clínica del derecho en América Latina: avances y desafíos. Revista de Educación Jurídica, 11(2), 45-63.
Biggs, J., & Tang, C. (2011). Teaching for quality learning at university. McGraw-Hill Education.
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Calvo, J. (2018). Historia de la enseñanza del Derecho: de la escolástica a la modernidad. Anuario de Historia del Derecho Español, 88, 233-258.
Cownie, F. (2004). Legal academics: Culture and identities. Hart Publishing.
Dieckmann, P. (2009). Simulation settings for learning in acute medical care. In R. Kyle & W. Bosseau Murray (Eds.), Clinical simulation: Operations, engineering, and management (pp. 153–162). Academic Press.
Giddings, J. (2013). Promoting justice through clinical legal education. Justice Press.
Knebel, J. (2010). Moot courts as a method of teaching law. Journal of Legal Education, 60(2), 245-259.
Kolb, D. A. (1984). Experiential learning: Experience as the source of learning and development. Prentice Hall.
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Spencer, D. (2017). Teaching law by design: Engaging students from the syllabus to the final exam. Carolina Academic Press.
Susskind, R. (2019). Tomorrow’s lawyers: An introduction to your future (2nd ed.). Oxford University Press.
Principales centros formativos del mundo que utilizan la simulación:
1. University of Central Florida (UCF) – Estados Unidos
Posee uno de los programas más reconocidos en Modelado, Simulación y Capacitación. Ofrece títulos de máster y doctorado en estas áreas, con énfasis en aplicaciones reales en entrenamiento militar, científico y tecnológico. Su centro de investigación (Institute for Simulation and Training) es uno de los más avanzados del mundo.
2. Humanitas University (Hunimed) – Italia
Universidad médica privada con un centro de simulación de más de 3 000 m², uno de los más avanzados de Europa. Ofrece formación práctica temprana a estudiantes de medicina y biomedicina. Está bien posicionada en rankings internacionales en ciencias clínicas y de salud
3. University of Hertfordshire – Reino Unido
Cuenta con el HICESC (Hertfordshire Intensive Care & Emergency Simulation Centre), uno de los centros de simulación multiprofesional más grandes del Reino Unido y Europa. Está especializado en entrenamiento avanzado para enfermería, paramédicos, farmacia, fisioterapia, psicología clínica, y más
4. Bowling Green State University (BGSU) – Estados Unidos
Usa Mursion, una plataforma de simulación de realidad mixta con avatares digitales que permite a estudiantes de educación practicar aspectos como manejo del aula, participación estudiantil o conferencias con padres en entornos seguros
5. Clemson University – Estados Unidos
Emplea simulaciones de realidad mixta donde los futuros profesores interactúan con avatares digitales (como estudiantes) a través de Zoom, perfeccionando habilidades pedagógicas sin necesidad de estar en un aula real
6.Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) en Australia desarrolló TALIA, una herramienta de realidad inmersiva que permite a los profesores crear ‘viajes de campo’ virtuales, usados en cursos como astrobiología, geología, aviación y medicina
7. UCLA School of Law (Estados Unidos)
Cuenta con más de dos docenas de cursos de simulación dentro de su programa de educación experiencial. Estas actividades se centran en desarrollar el razonamiento estratégico y la toma de decisiones profesional y competente
8. Columbia Law School (Estados Unidos)
Ofrece más de una docena de cursos de simulación donde los alumnos enfrentan desafíos legales reales, como la redacción contractual para montajes teatrales, estructuración de transacciones financieras o simulaciones de litigios con presentación oral y manejo de pruebas.
9. Universidad de los Andes (Colombia)
Cuenta con una “Sala de Audiencias Baker McKenzie”, diseñada como un set televisivo para recrear audiencias judiciales y arbitrales. Está equipada con tecnologías como tele presencialidad, transcripción automática, reconocimiento de voz y más, ofreciendo un entorno altamente realista
10. Yale Law School (Estados Unidos)
Ofrece un número creciente de cursos orientados a la práctica en derecho corporativo y de negocios. Incluyen ejercicios simulados de negociación y redacción de documentos, impartidos por profesionales expertos y exalumnos destacados.
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