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Demanda de 67 millones por edadismo sacude a las firmas legales
El abogado Stewart B. Herman de 62 años demanda al despacho Katten Muchin Rosenman
Los pocos precedentes que hay sobre este tema acabaron en acuerdos extrajudiciales, sin embargo, Stewart piensa en llegar hasta el final
Durante los últimos años, la abogacía global ha realizado enormes esfuerzos por incorporar políticas de diversidad, inclusión y bienestar profesional. Sin embargo, una discriminación permanece silenciosa, persistente y muy poco denunciada: la discriminación por edad dentro de los despachos de abogados. Es un fenómeno profundamente arraigado que afecta incluso a las firmas más prestigiosas del mundo y que ha estallado en la actualidad gracias a uno de los casos más mediáticos del año.
La edad se ha convertido en la última frontera del tabú en los despachos, una discriminación aceptada tácitamente y normalizada por estructuras internas obsesionadas con la hiper productividad, la rentabilidad inmediata y el culto a la juventud. El caso que sigue lo demuestra con claridad.
El escándalo Katten Muchin Rosenman: el caso que abrió la caja de Pandora
La demanda fue presentada por Stewart B. Herman, exsocio de Katten Muchin Rosenman LLP, uno de los despachos más influyentes de Estados Unidos, con sede central en Chicago y una presencia dominante en Nueva York, ciudad en la que Herman desarrolló casi toda su carrera profesional.
En abril de 2025, Herman denunció a la firma por discriminación por edad, reclamando 67 millones de dólares por su expulsión, que según afirma se debió exclusivamente a que tenía 62 años.
Herman asegura que la firma desmanteló su práctica de financiación aeronáutica,
le retiró acceso a clientes, lo marginó en decisiones internas, lo dejó sin recursos,
y finalmente lo despidió mientras gestionaba operaciones de más de 100 millones de dólares.
Según la demanda, altos ejecutivos de Katten argumentaron que “los abogados mayores de 60 años representan mayor riesgo de negligencia”, una afirmación que Herman considera infundada y discriminatoria. También sostiene que el despacho lo apartó estratégicamente antes de que se consolidara su pensión anual, valorada en más de 140.000 dólares. Katten calificó la demanda como “infundada y desesperada”, pero el daño reputacional ya está hecho: el caso ha reabierto el debate global sobre la discriminación por edad en los despachos.
La discriminación por edad: el último tabú de la abogacía
A pesar de los avances en políticas de diversidad, la edad sigue siendo el sesgo menos abordado dentro de la profesión. Es frecuente que los despachos:
presionen a socios sénior para retirarse, reduzcan su carga de trabajo para forzar su salida, eviten promocionar a abogados mayores, sustituyan experiencia por mano de obra más joven y barata, eliminen departamentos completos con mayoría de abogados sénior así el modelo piramidal tradicional ya de por sí implacable se vuelve todavía más agresivo cuando la firma busca maximizar beneficios inmediatos.
Lo paradójico es que precisamente los perfiles más marginados son también los que aportan mayor valor estructural: redes de clientes, inteligencia de mercado, autoridad doctrinal y capacidad estratégica.
Un riesgo jurídico creciente para los despachos
La discriminación por edad no solo es un problema ético: es un riesgo legal real.
Estados Unidos protegido por la Age Discrimination in Employment Act (ADEA).
Cualquier trato desfavorable por ser mayor de 40 años puede generar indemnizaciones millonarias.
Reino Unido: La Equality Act 2010 prohíbe despidos, no promociones o bloqueos profesionales basados en la edad, aunque en la practica con muy poca efectividad
Unión Europea: Jurisprudencia firme del TJUE reforzando la prohibición de discriminar por edad incluso en profesiones de alta cualificación.
Los despachos, especialmente los globales, deben revisar profundas estructuras internas si no quieren exponerse a litigios, sanciones y daños reputacionales irreparables.
¿Por qué los despachos discriminan por edad?
Los factores suelen repetirse: obsesión por la rentabilidad inmediata, creencia errónea de que la juventud es sinónimo de eficiencia, presiones internas del partnership para renovar la pirámide, falta de modelos de carrera alternativa,
una cultura que prioriza horas facturables sobre valor real.
Muchos abogados séniores no pueden ni quieren seguir ritmos extremos, pero aportan un valor que ningún algoritmo ni abogado junior puede replicar: criterio, reputación, red, estrategia y experiencia real.
Hacia un cambio necesario en la cultura jurídica
Si los despachos quieren ser sostenibles en un mercado cada vez más competitivo, deben reformar su relación con el talento sénior.
Las firmas más avanzadas ya trabajan en: modelos híbridos de carrera, roles de counsel estratégico, programas de mentoring sénior, métricas de valor no basadas solo en horas facturables y políticas explícitas contra la discriminación por edad.
La abogacía necesita recuperar algo esencial: la experiencia no es un coste, es un activo.
Conclusión
La abogacía ya no puede esconder la discriminación por edad. El caso del socio veterano contra el despacho de abogados Katten ha puesto en evidencia una realidad que la profesión ha intentado ocultar durante décadas: la discriminación por edad es un problema real, estructural y global.
Ahora, con una demanda de 67 millones de dólares sobre la mesa y con el foco mediático internacional apuntando a la profesión, se podría generar una sentencia histórica que movería los cimientos de los grandes despachos.
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