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Los Rockets frenan en seco a los Warriors en un duelo con sabor a playoffs
En un partido que bien podría repetirse más adelante en la postemporada, los Houston Rockets dieron un golpe sobre la mesa este domingo al imponerse por 106-96 a los Golden State Warriors en San Francisco, poniendo fin a la racha de cinco triunfos consecutivos del equipo de Steve Kerr.
Con el segundo puesto del Oeste todavía en juego y solo tres partidos restantes en el calendario, Houston se lo tomó en serio desde el primer minuto. Dillon Brooks, ese jugador que nunca pasa desapercibido, se echó el equipo a la espalda con 24 puntos, mientras que Alperen Sengun hizo lo suyo con 19 tantos y 14 rebotes para marcar territorio en la pintura. Entre ambos impusieron un ritmo físico que incomodó desde el arranque a unos Warriors que nunca lograron sentirse cómodos.
Pero si hubo una historia que marcó la noche, fue la de Stephen Curry. El base estrella de los Warriors firmó su actuación más floja del curso en un partido en el que no arrastraba lesiones: solo tres puntos, con un pobre 1 de 8 en triples. De hecho, no sumó en el marcador hasta que enchufó un triple desde su casa, a 37 pies del aro, a dos segundos del descanso. Eso sí, hay que decir que Curry intentó aportar de otras formas, y repartió siete asistencias en la primera mitad pese a la presión constante de la defensa tejana.
Houston supo cómo incomodar a Golden State, y lo hizo desde la defensa. No solo dejaron a Curry seco, sino que limitaron el ritmo general del equipo local. Aun así, los Warriors intentaron mantenerse a flote gracias a los 20 puntos de Buddy Hield y los 19 del joven Brandin Podziemski, que sigue mostrando que no se arruga ni ante rivales de peso.
Por el lado de los Rockets, Jalen Green también estuvo fino con 21 puntos, y Jabari Smith Jr. apareció como revulsivo desde el banquillo con 16 puntos, aportando una energía clave en los momentos en que los Warriors amagaban con volver al partido.
Más allá del resultado, el mensaje que lanza este triunfo de Houston es claro: no están para promesas a futuro, están para competir ya. A falta de tres encuentros para el final de la fase regular, tienen entre ceja y ceja ese segundo puesto que los colocaría en una posición privilegiada para los playoffs.
Golden State, por su parte, deberá recomponerse rápido. El martes visitan a unos Phoenix Suns que también pelean por posicionarse mejor de cara a la postemporada, y luego recibirán a unos Spurs que, si bien no se juegan nada, pueden ser un dolor de cabeza si se confían.
Este resultado también mete presión en una Conferencia Oeste que está al rojo vivo. Cada victoria cuenta, y cada tropiezo puede costar caro. Los Rockets lo saben, y lo están demostrando partido tras partido.
Lo que parecía una noche más en la recta final de la temporada regular terminó convirtiéndose en un aviso serio de Houston al resto de la liga. Con jugadores en forma, una rotación sólida y una defensa capaz de asfixiar incluso al mismísimo Stephen Curry, los Rockets no solo ganaron, también mandaron un mensaje: están listos para lo que viene.
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