Como a otros deportes, al deporte del golf le ha llegado el momento en el que la innovación tecnológica, los nuevos materiales de fabricación y el rendimiento superior del material deportivo, en opinión de los organismos que gobiernan este deporte, debe limitarse a través de las Reglas para asegurar, no solo, el futuro del deporte a largo plazo, también su esencia y tradición. Adaptarse a los cambios, derribar las “barreras del progreso” y premiar la habilidad del deportista.
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Cuestión de “bolas”
No es la primera vez que el deporte del golf modifica sus reglas para adaptarse a los nuevos materiales y estándares de fabricación cada vez más tecnológicos y mejores, que han posibilitado a los jugadores, tanto amateurs como profesionales, alcanzar distancias en el campo antes inimaginables, pero sí es la primera vez que la modernización en este deporte, va a suponer la implantación de una regla que impedirá a los jugadores y jugadoras profesionales y de élite alcanzar las distancias actuales.
Ese es precisamente el problema, los materiales con los que actualmente se fabrican los palos y las bolas de golf sumado a la mejora física de los golfistas (atrás quedó la imagen del golfista “fofi sano”), les está permitiendo obtener resultados extraordinarios en las competiciones pues la dificultad que la distancia entre tee y hoyo supone, se ha visto para estos deportistas muy mermada hasta casi su desaparición. Ello en opinión de la Royal & Ancient (R&A) y la United States Golf Association (USGA), instituciones encargadas de decidir sobre las reglas de este deporte, amenaza “la sostenibilidad a largo plazo del golf y socavan el principio básico de que un conjunto amplio y equilibrado de habilidades para el juego debe seguir siendo el principal determinante del éxito en el golf” de forma que es necesario “garantizar que la distancia no se convierta en predominante en el equilibrio de las habilidades requeridas en el juego del golf”.
Por ello, estas instituciones después de años de idas y venidas, de valorar distintas opciones, como limitar el número de palos en la bolsa de juego para competición y descartar otras imposibles, como alargar los campos de golf, finalmente han decidido que el cambio recaiga sobre la bola de golf. Es decir, las futuras bolas de golf no permitirán a dichos jugadores alcanzar las mismas velocidades que actualmente y, por lo tanto, las mismas distancias, posibilitando que el factor de la distancia vuelva a “entrar en juego”. Así, han hecho público que, a partir de enero de 2028, las bolas de golf con las que los jugadores y jugadoras profesionales y de élite podrán competir serán las que consten en la “Lista de Bolas de Golf Conformes de enero de 2028”. El resto de los mortales, gracias a Dios, libramos.
Las casas fabricantes de bolas de golf, no están contentas con esta decisión, en estos 150 años han invertido en tecnología, investigación, tiempo y dinero en mejorar los materiales de las bolas de golf para que fueran más fiables y exactas tras el impacto y en vuelo, que llegarán más y más lejos, pero ahora tendrán que buscar la manera de que sus bolas adquieran menos velocidad en vuelo y en consecuencia pierdan distancia pero ¿cuánta? Se calcula que un jugador profesional “pegador” con el drive perderá entre 12 y 14 metros de distancia, mientras que el jugador profesional medio y el jugador de élite masculino unos 8-10 metros, las jugadoras unos 5-6 metros.
Pero ¿qué pasa con el golf como espectáculo ¿tendrá esta decisión algún efecto contradictorio? Es cierto que se perderá distancia pero ¿se logrará premiar la habilidad del golfista, su creatividad y estrategia? ¿qué pensará el público? ¿perderá o ganará el Golf en interés? ¿Será un regreso al pasado? Y sobre todo ¿habrá más decisiones parecidas en el futuro?
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