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Abogados beben más alcohol que la población: estrés, burnout y cultura del after-work impulsan un fenómeno global
¿Y cuáles son las bebidas alcohólicas que prefieren los abogados?
Durante años fue un secreto a voces dentro de la profesión, pero hoy existen datos sólidos: los abogados beben más alcohol que la población general y más que otros profesionales universitarios.
Estudios en Estados Unidos, Europa y Asia coinciden: la presión extrema, el exceso de horas, la cultura del rendimiento y la competitividad interna convierten al alcohol en un “descompresor” socialmente aceptado dentro del sector legal.
Un estudio de la American Bar Association y la Hazelden Betty Ford Foundation reveló que más del 20% de los abogados presentan consumo de alcohol de riesgo o problemático, una cifra muy superior al promedio nacional. En Polonia, otro estudio halló que el 22,3% de los abogados encuestados tenían consumo dañino o adictivo. En EE. UU., el 11% reportó “consumo excesivo”, frente al 10% en la población general.
Los datos son consistentes: la abogacía es una profesión donde el alcohol aparece con más frecuencia que en otros sectores.
Una cultura profesional que empuja… y normaliza y que en cierta manera ayuda a desahogarse y evadirse de los problemas al tiempo que ayuda a socializar, por lo que con moderación tiene efectos positivos. En muchos despachos: las celebraciones internas incluyen alcohol, los eventos de networking se hacen en bares y las reuniones informales entre socios terminan en copas.
El alcohol se convierte así en: lubricante social, parte del networking, indicador de pertenencia, herramienta de integración, y mecanismo de descompresión emocional.
Esto explica por qué la tasa de consumo problemático es mayor que en otras profesiones universitarias. Y ciertamente en los últimos años dada la presión de los medios, la cultura imperante y cierta imposición en la manera y forma en la que hay que vivir la vida correctamente, los estados habían conseguido un cierto retroceso en estas prácticas, pero poco a poco se ha vuelto a la normalidad y lo que aparentemente no esta tan bien visto en el día a día es lo que en general los profesionales prefieren.
Un trabajo de alta tensión con consecuencias silenciosas
No es casualidad. El modelo de trabajo en los despachos grandes y pequeños crea un cóctel de tensión emocional y desgaste psicológico: jornadas maratonianas, responsabilidad económica directa sobre clientes, exposición constante al conflicto, ambiente competitivo, presión por facturación, miedo a cometer errores, falta de sueño, y una cultura interna que normaliza el sacrificio personal como signo de compromiso. De ahí que el burnout sea más frecuente entre abogados que entre otras profesiones de alta cualificación.
Los grandes centros financieros del mundo lo muestran a simple vista.
A las 19:00, es normal ver en Londres (Holborn, Canary Wharf), Nueva York (Midtown, Wall Street), Madrid (Castellana) o Hong Kong (Central) a decenas de abogados llenando pubs, bares y coctelerías. No solo para celebrar acuerdos: para desconectar, liberar tensión y, en muchos casos, anestesiar el estrés acumulado.
¿Pero qué bebidas alcohólicas prefieren los abogados en los distintos países del mundo?
Aunque cada abogado tiene su estilo, existen patrones culturales muy marcados. Las preferencias de la profesión jurídica suelen coincidir con las de las élites urbanas, pero adaptadas al ritual del after-work.
Aquí el mapa global del consumo dentro de la abogacía:
Reino Unido: Cerveza Ale en el pub y whisky escocés puro de malta entre socios sénior. El pub es casi una extensión del despacho.
Estados Unidos: Manhattan, Old Fashioned y Bourbon en despachos financieros; cerveza artesanal y Seltzers premium entre abogados jóvenes.
Alemania: Cerveza en todas sus variantes; vino Riesling en encuentros más formales. Consumo ordenado y ritualizado.
Francia:Vino tinto, blanco o rosado; champagne para celebraciones profesionales. Elegancia normativa.
Italia: Vinos como Chianti o Barolo, y aperitivos como Aperol Spritz y Campari Negroni. El “aperitivo legal” es una institución.
España: Vino y cañas. Los after-work en Madrid, Barcelona y Valencia son parte de la vida profesional.
México: Cócteles con tequila o mezcal, Margaritas y Palomas. Ambiente social y distendido.
Argentina: Fernet con Coca y vinos Malbec. Una tradición muy arraigada.
Chile: Pisco Sour y vinos Carmenere o Cabernet. Mezcla entre tradición y sofisticación.
China: Baijiu para actos formales y whisky premium para abogados corporativos. Parte esencial del guanxi.
India: Whisky (India es uno de los mayores consumidores del mundo), ron y cócteles. El consumo varía según región y religión.
Singapur: Gin Tonics premium, whisky japonés y cócteles sofisticados en Marina Bay. Uno de los mercados más cosmopolitas.
Japón: Whisky japonés de alta gama (Hibiki, Yamazaki), sake premium y highballs. La cultura del nomikai forma parte del trabajo.
Rusia: Vodka en actos sociales y whisky o coñac entre abogados corporativos de Moscú. Más ceremonial de lo que suele creerse.
Brasil: Caipiriña, cerveza muy fría y cócteles con cachaca. Ambiente relajado, altamente sociable.
Estamos ante una profesión brillante, pero con sombras que deben abordarse. El alcohol funciona como vía de escape culturalmente aceptada dentro de la abogacía, pero los datos revelan un patrón preocupante: los abogados beben más, con más frecuencia y con más riesgo que otros profesionales. No se trata de moralizar, sino de entender el problema y actuar, pero tampoco se trata de eliminarlo, ya que forma parte de nuestra cultura y tienen efectos muy positivos siempre que sea con moderación.
Los despachos deben fomentar programas reales de bienestar, reducir jornadas inviables, eliminar prácticas tóxicas de presión interna, formar en salud mental,
y ofrecer alternativas saludables junto con el after-work tradicional.
La abogacía necesita asumir que el estrés es estructural y que el consumo excesivo de alcohol no es un rasgo cultural inevitable, sino un síntoma de un sistema que debe evolucionar.
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