Dignidad humana en el derecho británico
La ley está definiendo ahora la crisis del coronavirus en el Reino Unido. La Ley del Coronavirus 2020 tiene la aprobación real que otorga al estado amplios poderes de emergencia. Se ha adoptado un reglamento en virtud de la ley existente que incluye poderes de detención y la facultad de multar. Las asambleas de más de dos personas son ilegales. Debemos permanecer en casa a menos que podamos justificar el abandono de nuestros hogares por razones excepcionales establecidas en el Reglamento.
La organización de derechos humanos Liberty ha expresado su preocupación por el hecho de que la Ley sobre el virus de la Corona se haya excedido y la reacción del Gobierno ante la crisis haya dejado de dar prioridad a la salud pública y haya puesto el énfasis en la justicia penal. Inevitablemente, durante las próximas décadas, la ley, los abogados y los tribunales se desharán de esta crisis y de su impacto en todos los aspectos de la vida.
La pandemia ya ha revelado las debilidades del sistema de gobierno del Reino Unido. Durante semanas el Gobierno optó por una respuesta utilitaria a la crisis inminente. Trataron de identificar los beneficios percibidos por la mayoría como el bien mayor, a pesar de que era evidente que las infecciones estaban aumentando a un ritmo exponencial.
Esto se ilustró de manera muy gráfica con la primera opinión del principal asesor del Primer Ministro, Dominic Cummings, a quien se le oyó decir que si algunos pensionistas mueren, "qué lástima". El Primer Ministro también se refirió a "tomarlo en la barbilla".
Mientras que los británicos fueron instruidos en cómo mejorar nuestras técnicas de lavado de manos, Italia entró en aislamiento. El resto de Europa le siguió de cerca. Se animó a los británicos a mantener la calma y seguir adelante.
La respuesta del gobierno británico al coronavirus pone de relieve una vez más los contrastes entre Gran Bretaña y Europa continental. Los líderes de la Europa continental fueron impulsados por los derechos humanos. La reacción inicial de Johnson fue que el derecho a la vida era sólo un factor que debía tenerse en cuenta al responder a la emergencia médica, mientras que el derecho a la salud de todos debería haberse priorizado.
En lugar de permitir los caprichos del utilitarismo, la política pública debería estar impulsada por el derecho a la dignidad humana. En virtud del derecho a la dignidad, la prevención de la exposición al virus tendría que ser la prioridad principal del Gobierno. Aceptar múltiples muertes simplemente por un bien mayoritario socava la dignidad de todos.
La primera lección de esta crisis es que debemos incorporar el derecho a la dignidad humana en la legislación del Reino Unido. El Reino Unido necesita una Ley sobre la Dignidad Humana que garantice que toda nuestra dignidad esté en primer lugar.
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