Debido a la crisis de la COVID-19, muchos países han obligado a sus habitantes a confinarse en sus casas o a limitar sus movimientos en la medida de lo posible. Para controlar estos movimientos, estos gobiernos han lanzado aplicaciones o software para móviles que, en muchos aspectos, pueden preocupar a la población por la violación de su privacidad.

Inicialmente, Corea del Sur utilizó el sistema de localización incorporado en los smartphones para rastrear los movimientos de sus habitantes. En el norte de Italia, el gobierno también se usó este sistema para monitorear los movimientos de los italianos.

En muchas ciudades de China, el gobierno requirió a los habitantes un software específico en sus teléfonos que los clasificaba automáticamente en tres colores: verde, amarillo o rojo. Este software determinaba quién debía permanecer en cuarentena y quién no.

En Singapur han ofrecido una aplicación (TraceTogether) que localiza a las personas que han estado expuestas al virus. Esta aplicación utiliza la frecuencia del Bluetooth para localizar a esas personas.

Además, Google ha lanzado una herramienta de detección del coronavirus, en colaboración con el estado de California. A través de esta aplicación, los ciudadanos pueden realizar pruebas para determinar si tienen o no síntomas del virus. Si uno de los individuos muestra síntomas claros, la aplicación les permite hacer una cita para la prueba médica del coronavirus.

A principios de este mes, Google y Apple anunciaron que desarrollarían conjuntamente un servicio digital para rastrear y notificar la proximidad de los afectados, utilizando un sistema de BluetoothLow Energy. 

En la declaración conjunta, ambas compañías han reafirmado su preocupación por la privacidad de los usuarios: "La privacidad, la transparencia y el consentimiento son de suma importancia en este esfuerzo, y esperamos construir esta funcionalidad en consulta con las partes interesadas. Publicaremos abiertamente información sobre nuestro trabajo para que otros la analicen".