La FIFA ha publicado una directriz para abordar las consecuencias legales debidas al brote del coronavirus.

Debido a COVID-19, el fútbol se enfrenta a un desafío nunca antes visto en la historia de la FIFA: una gran perturbación en todos los niveles del deporte, causada por la pandemia. Con el fin de responder a la crisis, la FIFA ha establecido una serie de recomendaciones y directrices que sirven para abordar y explicar algunas de las cuestiones prácticas clave que surgen de la situación actual, entre otras, en relación con los contratos de los jugadores y el sistema de transferencias.

Se ha creado un grupo de trabajo para trabajar en este tema, presidido por Vittorio Montagliani, Vicepresidente y Presidente de la Comisión de Intereses del Fútbol de la FIFA. El grupo de trabajo ha consultado a diferentes partes interesadas, incluidos representantes de clubes, jugadores, ligas, asociaciones nacionales y confederaciones para establecer estas directrices, y finalmente ha acordado por unanimidad una serie de principios, que luego fueron aprobados por la Mesa del Consejo de la FIFA.

Dado que la pandemia ha cambiado obviamente las circunstancias de hecho en torno al fútbol para esta temporada, la FIFA ha presentado algunas ideas y propuestas prácticas con la ayuda de diversas partes interesadas. Su objetivo es ayudar a afrontar las nuevas y difíciles circunstancias y así aportar cierta claridad y estabilidad al sector y a todos los implicados. El Presidente de la FIFA, Gianni Infantino, espera que "este esfuerzo de colaboración, bajo el liderazgo de la FIFA, pueda ser un ejemplo positivo de cómo el fútbol puede unirse y mostrar unidad, solidaridad y espíritu de compromiso para afrontar los difíciles tiempos que se avecinan". Deja claro una cosa muy importante: la salud es lo primero, antes que el fútbol. Por lo tanto, la FIFA confía en que las directrices proporcionadas se sigan en todo el mundo, a fin de garantizar la salud y la seguridad de todos los que trabajan en el sector.

Las directrices aprobadas se resumen en lo siguiente:

Por lo general, los contratos de los jugadores que expiran terminan cuando termina la temporada, coincidiendo la fecha de finalización con el final de la misma. Debido a la actual suspensión del juego en la mayoría de los países del mundo, el final de la temporada no será el previsto originalmente, por lo que se propone que los contratos se prorroguen hasta el final real de la temporada. Esta medida debería estar en consonancia con la intención original de las partes cuando se firmó el contrato, preservando la integridad y estabilidad deportiva. Del mismo modo, los contratos que deben comenzar con el inicio de la nueva temporada deberían retrasar su entrada en vigor hasta que comience realmente la siguiente temporada.

La FIFA anima encarecidamente a los clubes y a los jugadores a que colaboren en la búsqueda de acuerdos durante el período de suspensión del fútbol, a fin de encontrar soluciones justas y adaptadas a las circunstancias, con el objetivo de proteger los puestos de trabajo y el equilibrio de intereses entre los clubes y los jugadores. La FIFA recomienda tener en cuenta todos los aspectos, incluidas las medidas gubernamentales de apoyo existentes, la posible cobertura de seguros, etc. En caso de que las partes no se pongan de acuerdo, el caso se remitirá a la FIFA para encontrar soluciones viables y justas para ambas partes, examinando diversos factores como, por ejemplo, la situación económica del club, la proporcionalidad de cualquier ajuste en los contratos de los jugadores, la igualdad de trato de los jugadores, entre otros.

Es necesario ajustar la posición reglamentaria normal a las circunstancias actuales y, por lo tanto, la FIFA será flexible y permitirá que se trasladen los traspasos pertinentes de manera que caigan entre el final de la antigua temporada y el comienzo de la nueva.

Por último, pero no menos importante, la FIFA tratará de asegurarse de que haya un nivel general de coordinación y también tendrá en cuenta la necesidad de proteger la regularidad, la integridad y el buen funcionamiento de las competiciones, de modo que los resultados deportivos de cualquier competición no se vean injustamente perturbados.